“Mujeres paridas por sus hijos, son el
coro griego de esta tragedia. Enarbolando las fotos de sus desaparecidos, dan
vueltas y vueltas a la pirámide, ante la rosada casa de gobierno, con la misma
obstinación con que peregrinan por cuarteles y comisarías y sacristías, secas
de tanto llorar, desesperadas de tanto esperar a los que estaban y ya no están,
o quizás siguen estando o quién sabe”
Eduardo Galeano
Somos
seres históricos, en lo individual y en lo social, tanto los individuos como
los pueblos tenemos una historia, una memoria colectiva y personal, eso responde
a la pregunta de ¿Quiénes somos? y ¿Cómo somos en relación a otros u otras
naciones? es lo que determina nuestra identidad, para poder reconocernos entre
sí, en relación con otros. Tener una memoria colectiva implica poseer recuerdos
compartidos de nuestra historia para saber qué es lo que queremos y que es lo
que no queremos que se repita en nuestro país.
Este
mes, los argentinos recordamos el golpe de Estado ocurrido el 24 de marzo de
1976., en el cual el DERECHO a la IDENTIDAD y a la LIBERTAD fueron vulnerados.
“No nos resulta
grato recordar las fechas que nos hacen traer a la memoria escenas dolorosas,
menos aún cuando se trata de acontecimientos sin justificación alguna.
El 24 de marzo se conmemora 40 años del golpe militar más
trágico que conociera la historia argentina. Es un tema difícil, polémico que
abrió una herida en nuestra sociedad, que todavía no cierra; y una
demanda de justicia y de memoria que, afortunadamente, sigue abierta. No se
trata de revanchas, sino de reclamos que hacen a nuestra propia condición de
hermandad, a la voluntad de no matarnos, a la posibilidad de juicios justos, a
la conciencia que la vida propia y la vida ajena son igualmente valiosas.
El golpe de estado señala
un punto de inflexión en la sociedad argentina, en la medida en que el
autodenominado proceso de reorganización nacional interrumpió y fracturó un
gobierno democrático.
La junta militar impuso el terrorismo de estado que, fuera de
enfrentar las acciones guerrilleras, desarrolló un proyecto planificado,
dirigido a destruir toda forma de participación popular. El régimen militar
puso en marcha una represión implacable sobre todas las fuerzas democráticas:
política, sociales y sindicales, con el objetivo de someter a la población
mediante el terrorismo de estado para instaurar en ella el terror y así imponer
el “orden”, sin ninguna voz disidente. Estudiantes, sindicalistas,
intelectuales, profesionales y otros fueron secuestrados, asesinados y
desaparecieron. Mientras tanto mucha gente se exilió.
Recordar no es anclarnos en el pasado: es la condición para poder
pensar el futuro, todos los chicos argentinos tienen el derecho y el
deber de crecer sabiendo lo que ocurrió en nuestra patria.
Debemos saber que la herencia de la dictadura no pertenece al pasado.
La encontramos a cada paso en los ausentes, en las familias desgarradas; en los
jóvenes cuya identidad fue robada, y que continúan siendo infatigablemente
buscados por sus familias.
Es por eso que
debemos recordar y comprometernos a transmitirlo para que nunca más se
repita”.